Celebramos el patrocinio de San José de Calasanz sobre todas las escuelas populares cristianas del mundo. Es una fecha de profunda alegría para todos nosotros. Normalmente lo celebramos con nuestros alumnos y alumnas y con todas las personas que comparten nuestra misión, especialmente con el Movimiento Calasanz y con la Fraternidad. Este año celebramos a Calasanz en las puertas del próximo Jubileo de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco en toda la Iglesia. Creemos que esta coincidencia nos puede ayudar a mirar a Calasanz -y a nuestras escuelas- como un signo precioso y valioso de esperanza. Efectivamente, Calasanz supo dar esperanza a los niños de aquella Roma que conoció, y a tantos otros para quienes fundó la Orden y envió escolapios. Es bueno contemplar las Escuelas Pías como un proyecto de esperanza. Con nuestra vida deseamos transmitir el amor de Dios por los niños, las niñas y los jóvenes, sobre todo los más desfavorecidos. Con nuestra misión -la educación integral- buscamos abrir caminos de esperanza para todos. Desde la Familia Calasancia tratamos de llegar a muchos más lugares, personas y sectores. A través de la Fraternidad, sentimos que podemos contribuir a una Iglesia más sinodal y participativa. Impulsando la Misión Compartida tratamos de que todas las personas que quieren contribuir al sueño de Calasanz puedan vivir y transmitir esperanza. Ciertamente, vivimos en un mundo lleno de dificultades, conflictos y retos. También pleno de signos de vida nueva. La esperanza es un don de Dios, que no depende de que las cosas sean fáciles o difíciles, sino de la promesa de Dios. Este fue Calasanz, que creyó firmemente que el Reino de Dios pertenece a los pequeños, y por ellos entregó su vida y para ellos engendró las Escuelas Pías. Seamos, como Calasanz, signos de esperanza.
¡Feliz celebración de Calasanz!
La Congregación General de las Escuelas Pías
